
El mercado es un péndulo que oscila constantemente entre un optimismo
insostenible (que hace que las acciones sean demasiado caras) y un pesimismo
injustificado (que hace que sean demasiado baratas).
El inversor
inteligente es un realista que vende a optimistas y compra a pesimistas.
El valor futuro de todas las inversiones es una función de
su precio actual. Cuanto mayor sea el precio que se paga, menor será la rentabilidad
que se obtenga.
Por mucho cuidado que se ponga, el único riesgo que ningún inversor
puede eliminar por completo es el riesgo de equivocarse. Únicamente si se
insiste en lo que Graham denominó el «margen de seguridad», no pagar nunca un
precio excesivo, por interesante que pueda parecer una inversión, se pueden
minimizar las probabilidades de cometer un error.
El secreto del éxito financiero está dentro de la persona.
Si se llega a ser un pensador crítico que no acepta ningún «hecho» del mercado
de valores como artículo de fe, y si se invierte con una confianza paciente, se
podrá sacar un buen partido de manera sostenida, incluso en los peores períodos
bajistas del mercado. Desarrollando la disciplina y el coraje personal es
posible impedir que los cambios de humor de las otras personas rijan el destino
financiero personal. Al final, el comportamiento que tienen las inversiones de
una persona es mucho menos importante que el comportamiento que tiene esa
persona.
Extractado de: El inversor inteligente, Warren Buffet